Nuevas necesidades, nuevos perfiles y nuevas metodologías surgen con la evolución del entorno empresarial. ¿Los motivos? La transformación digital, el auge de la competencia en todos los sectores, los nuevos valores RSC demandados por la sociedad, la globalización… todo esto hace que el nivel suba y que, para ser competentes, se necesite de una gran organización y especialización en los equipos de trabajo.
En este post queremos hablarte de las cuatro metodologías de gestión de proyectos más novedosas con las que mejorar notablemente la eficiencia de cualquier departamento. ¡Descúbrelas con nosotros!
Project manager: el nuevo perfil que agiliza el flujo de trabajo y garantiza que el proyecto llegue a buen puerto
Antes de profundizar en los tipos de metodologías de gestión de proyectos, tenemos que saber quién es el Project manager, porque es la persona que elegirá la más conveniente para cada trabajo y de quien dependerá que el flujo de tarea funcione como se espera.
El perfil del project manager, o gerente de proyecto, es fundamental en la gestión exitosa de proyectos. Este profesional debe contar con una amplia gama de habilidades que incluyen la capacidad de liderazgo, la comunicación efectiva, la toma de decisiones, la gestión del tiempo y la resolución de conflictos. Además, debe ser organizado, prestar atención a los detalles y ser capaz de planificar y coordinar las tareas del equipo de manera eficiente.
Por otro lado, entre las principales tareas del Project manager, se encuentran: la definición de objetivos, la elaboración de un plan de proyecto, la asignación de recursos, el seguimiento del progreso, la identificación y mitigación de riesgos, y la comunicación constante con los stakeholders para garantizar que el proyecto avance de acuerdo a lo planeado.
¿Cómo elegir la metodología más adecuada para cada proyecto?
Para que el project manager pueda desempeñar su cometido de manera óptima y garantizar resultados de calidad en tiempo y forma, este debe conocer diferentes metodologías de gestión de proyectos y saber cuál es la que mejor se adapta a cada proyecto según sus características: cuántos empleados participan, la envergadura del proyecto, el alcance que se quiere conseguir, los recursos necesarios, las necesidades propias de la plantilla, si hace falta contar con servicios o profesionales externos, el tiempo estimado que llevará abordar cada tarea, etc.
Además, es importante que el encargado de liderar el proyecto tenga las habilidades digitales básicas para mantener una comunicación fluida con todos los involucrados, sobre todo, cuando hay personas trabajando en remoto, a las cuáles tendrá que mantener cohesionadas al grupo y bien informadas de todos los avances. Así mismo, dominar alguna herramienta para la gestión de proyectos como Trello, Asana, Teams, etc, será fundamental para organizar y distribuir la carga de trabajo.
tener en cuenta todos estos detalles es de vital importancia para aplicar la metodología correcta.
Veamos las 4 metodologías de gestión de proyectos más eficientes
Existen muchas metodologías para la gestión del trabajo, pero, conforme avanza la tecnología, evolucionan las empresas y se innova en recursos humanos, dichos procesos también cambian para adaptarse. Veamos las más utilizadas en la actualidad.
Metodología cascada (“waterfall”)
Mantiene un enfoque de gestión de proyectos que se caracteriza ser lineal y secuencial. En esta metodología, el proceso de desarrollo se divide en etapas bien definidas y cada etapa debe completarse antes de pasar a la siguiente, porque una vez cerrada, ya no hay vuelta atrás. Estas etapas suelen ser: requisitos, diseño, implementación, pruebas, despliegue y mantenimiento.
En la metodología cascada, una vez que se inicia una etapa, no se permite regresar a etapas anteriores, lo que significa que los cambios significativos en los requisitos o el diseño pueden resultar en retrasos o costos adicionales. Este enfoque es especialmente adecuado para proyectos donde los requisitos son estables y bien entendidos desde el principio.
Metodología cadena crítica
El tiempo es el protagonista en esta metodología, basándose en su gestión y en la de los recursos necesarios para garantizar la finalización exitosa del proyecto. Se diferencia de otros métodos al identificar las «cadenas críticas» en un proyecto, que son las secuencias de tareas que, si se retrasan, afectarían la fecha de finalización del proyecto en su conjunto. La metodología prioriza estas cadenas críticas y asigna recursos de manera efectiva para protegerlas, evitando el desperdicio de tiempo en tareas no críticas. Además, se incorporan «colchones de protección» en el cronograma para lidiar con la variabilidad y los riesgos, lo que contribuye a aumentar la probabilidad de que el proyecto se complete a tiempo.
Metodología ágil
Quizás, esta sea la más famosa y, seguramente, aunque no seas project manager, hayas oído hablar de ella. Surgió en para el desarrollo de software, pero ya se ha extendido más allá del campo tecnológico. Se caracteriza por su flexibilidad y enfoque colaborativo que, a diferencia de los métodos tradicionales, como la metodología cascada, que son lineales y secuenciales, en la metodología ágil, se hace la entrega de tareas progresivamente. Esto permite rectificar y pulir los resultados.
Con la metodología ágil, en lugar de planificar todo el proyecto de antemano, se divide en iteraciones más cortas, llamadas «sprints» y, durante cada sprint, el equipo trabaja en un conjunto de tareas previamente priorizadas. Al final del sprint se entrega un incremento funcional del producto.
Los principios ágiles promueven la comunicación constante entre el equipo y los stakeholders, la colaboración, la respuesta rápida a cambios en los requisitos y la entrega continua de valor al cliente. Ejemplos de metodologías ágiles incluyen Scrum, Kanban y Extreme Programming (XP).
Metodología híbrida
La metodología híbrida se ha vuelto cada vez más popular, ya que permite a las organizaciones adaptarse a la cambiante dinámica de los proyectos, al mismo tiempo que proporciona estructura y control cuando es necesario. Esta combina elementos de metodologías tradicionales, como la metodología cascada, con enfoques ágiles. La idea originaria de una metodología híbrida es adaptarse a las necesidades específicas de cada proyecto, permitiendo una mayor flexibilidad sin sacrificar la estructura y la planificación. De esta forma se acoge a las ventajas de cada metodología, lo que da aún más flexibilidad y margen de maniobra.
¿Quieres saber más acerca de la gestión de proyectos, sus novedades y cambios más disruptivos? ¡Quédate leyendo con nosotros el blog de Educa.Pro!