Casi darnos cuenta, parece ser que todos nos hemos puesto de acuerdo para asumir y cargar con cada vez más autoexigencias y presiones externas. La ambición por crecer, evolucionar y mejorar; casi que se nos ha ido de las manos y ahora cuando sentimos que el ritmo es demasiado alto y que quizás, deberíamos pararnos a respirar o a repensar el rumbo de vida. Para todos aquellos que estáis en ese punto hemos hecho este post, en el que queremos tomarnos unos minutos para hablar sobre el coaching de vida y, de paso, tomarnos un respiro en la rutina.
Por lo general, siempre nos gusta comenzar los posts poniéndonos en contexto y definiendo el término sobre el que queremos profundizar, y es que, son tantas las ramas que están surgiendo en el campo del desarrollo profesional y personal, que es importante saber a qué nos referimos. No obstante, seguro que el término de coaching ya lo conoces que, en definitiva, consiste en orientar, impulsar y motivar a una persona a que consiga sus objetivos en algún área de su vida.
Concretamente, el coaching de vida se centra en guiar a individuos hacia el logro de metas personales y profesionales específicas, para lo que emplea técnicas y herramientas para potenciar habilidades, identificar objetivos, superar obstáculos y mejorar la calidad de vida.
El experto en coach de vida sabe detectar en qué punto se encuentra su cliente en la carrera hacia sus metas y, sobre todo, es capaz de determinar qué metodologías y herramientas le serán más eficaces teniendo en cuenta sus características y situación personal. Veamos algunas de ellas.
Establecer metas claras: utiliza la técnica de establecimiento de objetivos SMART (específicos, medibles, alcanzables, relevantes y con plazo) para ayudar a la persona a definir metas concretas y viables.
Proporcionar apoyo: emplea la escucha activa y la empatía para comprender las preocupaciones y desafíos del individuo, brindando un espacio seguro para la reflexión.
Fomentar la responsabilidad: usa la técnica de la rueda de la vida o cuestionarios de autoevaluación para que la persona identifique áreas de mejora y asuma la responsabilidad de su progreso.
Desarrollar habilidades: conoce las técnicas de visualización, role-playing o ejercicios de desarrollo personal para potenciar habilidades y superar obstáculos.
Ofrecer feedback constructivo: aplica el modelo de comunicación no violenta y técnicas de retroalimentación positiva para ofrecer feedback constructivo que motive y fomente el crecimiento personal.
La diferencia principal entre la terapia psicológica y el coaching de vida radica en sus enfoques y objetivos. Asistir a sesiones de coaching puede ser una buena opción si lo que buscas es ese extra de motivación y organización que te impulsen a la consecución de un objetivo concreto. No obstante, si lo que necesitas es tratar problemas emocionales, mentales o cambiar patrones conductuales, abordando trastornos psicológicos y procesos de sanación, necesitarás un enfoque más profundo y científico, orientado a un diagnóstico y tratamiento.
Otra diferencia esencial entre el coaching de vida y la terapia psicológica es que, el primero se basa en el presente y fututo de la persona, mientras que la segunda indaga en el pasado del paciente para cerrar las vivencias más traumáticas.
Quien no se haya bloqueado nunca que levante la mano y, que conste, que esto no tiene nada de malo. Lo más importante de todo es reconocer que se está viviendo una situación de desorientación vital, porque es cuando tomaremos medidas para volver a encauzar nuestro camino. Si decides asistir a sesiones de coaching, estos son solo algunos de los beneficios y mejoras que notarás al poco tiempo.
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